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Obesidad infantil: El mal del siglo XXI


Si en la década de 1970 el principal obstáculo para el desarrollo de los niños era la desnutrición, hoy, casi 50 años después, la preocupación va en el extremo opuesto de la balanza. La obesidad es la nueva  mayor epidemia de todos los tiempos. Es un problema que afecta a la gente de todas las edades - ¡la prevalencia del mismo entre los adultos aumentó un 60% en el país de 2006 a 2016! - y comienza cada vez más temprano. Entre los varones y las niñas de 5 a 9 años, el 33% ya está por encima del peso y el 15% se considera obeso. ¿Y por qué los expertos se inquietan tanto con eso? Un niño obeso tiene un 80% de posibilidades de convertirse en un adulto obeso" condición que está asociada con nada más ni menos que 26 enfermedades crónicas, como la hipertensión y la diabetes tipo 2, problemas que dejaron de ser exclusividad de gente grande. En ese escenario, se vislumbra, por primera vez en la historia reciente, una generación que podrá vivir menos y peor que sus padres. Esto debido a la mala calidad de la alimentación, que en las últimas décadas viene perdiendo nutrientes y ganando azúcar, grasa y sodio desde muy temprana edad. Sorprendentemente el 32,5% de los niños menores de 2 años consumen gaseosas o bebidas endulzadas cinco o más veces por semana. Lo que vemos es una generación de madres y padres que trabajan mucho, que llegan a casa y no tienen tiempo de cocinar y acaban ofreciendo alimentos listos, más baratos y con alto contenido calórico. Por supuesto que no se trata de culpar a los padres. En realidad, el problema con la comida es sólo uno de los pilares que sostienen la ganancia de peso, ya que la obesidad es un problema complejo y multifactorial como el sedentarismo y el abuso de aparatos electrónicos. Estudios sugieren que un niño de hoy en día al llegar a los 18 años, podría haber pasado 3 años enfrente de un celular o un televisor, haciendo que los juegos y actividades propias de la infancia queden en un segundo plano. Otro aspecto asociado al abuso de los  celulares y al propio exceso de peso es la mala calidad del sueño. Sin horarios establecidos para dormir y despertar, muchos niños descansan poco o mal, situación propicia a desregular hormonas que controlan el hambre y la saciedad y el desarrollo del cuerpo. El mal sueño genera cansancio, bajo rendimiento escolar y problemas emocionales. Y ahí llegamos a otro punto crítico: la obesidad no compromete sólo la salud física, perjudica también el bienestar mental y social.Es por esto que para el tratamiento de la obesidad infantil se necesita de una actuación en conjunto, que involucre un equipo interdisciplinario, la familia y la escuela. A continuación les doy 8 consejos sobre cómo garantizar una infancia más sana y menos propensa a la obesidad 1. Embarazo planificado: Un control prenatal adecuado se refleja en el peso y la salud del niño. El tabaquismo, la obesidad materna y la diabetes gestacional se vinculan a obesidad en la infancia. 2. Lactancia materna: Los estudios asocian la lactancia materna a la prevención de la obesidad infantil. La recomendación es seguir la lactancia exclusiva hasta los 6 meses y con alimentación complementaria hasta los 2 años. 3. Un Menú atractivo : Los niños deben consumir cinco porciones de frutas y verduras todos los días, así como agua a voluntad. Reducir salchichas y galletas: comida hecha en casa es siempre mejor. 4. Remedio con criterio: Esto vale sobre todo para los antibióticos. Su uso antes de los 2 años y por más de tres ocasiones eleva en un 25% el riesgo de obesidad más adelante. Nada de medicar al niño sin orientación profesional. 5. Cuerpo en movimiento: Un niño tiene que jugar pelota, andar en bicicleta, pasear con el perro, etc.  Jugar o practicar una actividad física por lo menos una hora todos los días debe ser parte de la rutina. 6.Tiempo moderado de pantallas: La SBP orienta no exponer al niño a la televisión, celular o tablet antes de los 2 años. Después de eso, la sugerencia es pasar como máximo dos horas al día frente a una pantalla. 7. Hora de dormir: La privación de sueño puede aumentar el apetito y la preferencia por los alimentos calóricos. Establezca horarios y recuerde que la siesta del día no compensa el reposo nocturno. 8. Educar e inspirar: Ejemplo e información ayudan a forjar buenos hábitos. Padres saludables tienen hijos saludables, es muy importante que el ejemplo comience con los papás o como un padre que no come verduras puede exigirle a su hijo que lo haga.

Algo que los pacientes traen mucho es la cuestión del prejuicio. Los niños por encima del peso son humillados y responsabilizados por su problema. No es inusual, en ese contexto, que niños en estado de obesidad sean víctima de “bullying”, otro grave problema de nuestros días.

Es por esto mis queridos telecaribistas que necesitamos llamar a todos los actores sociales involucrados en este gravísimo problema que afecta la salud de nuestros niños para ver qué podemos hacer juntos, de lo contrario, la balanza no va a aguantar.

Recuerden, todo lo que hagan, háganlo de corazón.


Dr. Alberto Lozano

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